VALÈNCIA. La política municipal no acostumbra a ofrecer terremotos discretos. Menos aún en Torrent, la segunda ciudad más poblada de la provincia de Valencia y uno de los principales consistorios del área metropolitana. Este miércoles, el primer teniente de alcalde en el ayuntamiento y cabeza de Vox en las últimas elecciones municipales, Guillermo Alonso del Real, presentó por registro de entrada su renuncia a la militancia en la formación de extrema derecha.
No abandona su acta, ni tampoco sus competencias -las áreas de Educación y Deportes-, pero sí rompe formalmente con el partido en el que concurrió a los comicios de mayo de 2023. El gesto, que en otras circunstancias podría haberse interpretado como una decisión menor, abre sin embargo una nueva etapa política en la localidad. Hasta ahora, el gobierno municipal se sustentaba en un pacto entre el Partido Popular (9 concejales) y Vox (4), lo que garantizaba una mayoría absoluta: 13 de los 25 escaños del pleno.
Con la salida de Alonso, ese equilibrio se rompe. El ejecutivo de la alcaldesa, la popular Amparo Folgado, se queda con solo 12 apoyos y pasa a gobernar en minoría. La oposición suma los mismos votos -10 del PSPV, la fuerza más votada en las elecciones, y 2 de Compromís- y el concejal no adscrito se convierte, por tanto, en una pieza clave para garantizar la gobernabilidad.
Según adelantó el diario Levante-EMV, Alonso ha justificado su decisión apelando a una "profunda reflexión" y al deseo de actuar "por encima de las siglas", en beneficio del interés general. No es una explicación cualquiera. Su salida no obedece a un episodio puntual, sino a un desgaste acumulado en su relación con la dirección nacional de Vox, tal y como ha podido confirmar Valencia Plaza. El edil llevaba meses distanciado del partido por discrepancias de fondo y forma.
En concreto, por dos decisiones que marcaron un antes y un después. La primera, cuando denunció supuestas irregularidades en la contratación de asistencia técnica para el departamento de prensa del ayuntamiento. La dirección nacional del partido, según la versión de Alonso, no solo no lo respaldó, sino que optó por "guardar silencio".
La segunda, aún más significativa, tuvo lugar cuando apoyó la creación de una comisión de seguimiento del contrato de limpieza, el más importante del consistorio en términos económicos, propuesta por Compromís. Vox le pidió que no lo hiciera, por tratarse de un contrato impulsado por su socio de gobierno. Alonso rompió la disciplina del partido y votó a favor.

- El concejal no adscrito de Torrent, Guillermo Alonso del Real. -
- Foto: VOX TORRENT
Pero la tensión no se quedó en los plenos. Hace apenas una semana, firmaba una tribuna demoledora en La Opinión de Torrent, titulada "Quo Vadis, Vox", donde arremetía contra la dirección del partido por haber readmitido a los ediles tránsfugas de València, Juan Manuel Badenas y Cecilia Herrero. "Roma no paga traidores. Vox, sí", sentenciaba.
Desde la dirección provincial del partido, la reacción no se ha hecho esperar. Vox ha exigido públicamente que devuelva el acta y le han recordado que fue obtenida en nombre de la formación. Alonso, por ahora, mantiene su escaño. Y con él, la llave del pleno municipal.
Un gobierno en minoría y una oposición sin margen
La salida de Alonso no solo reconfigura el tablero municipal, sino que altera los márgenes de maniobra de todos los actores políticos. Con el ejecutivo del PP en minoría, la lógica parlamentaria obligará a la alcaldesa a negociar en cada votación. Pero eso no implica necesariamente un escenario de inestabilidad. Alonso ha reiterado su voluntad de seguir apoyando al gobierno de Folgado, siempre que se respete su independencia.
En consecuencia, la relación se transforma: ya no es socio de coalición, sino aliado condicional. Desde la oposición, el PSPV ha descartado presentar una moción de censura. "Es inviable", reconoce su portavoz, Andrés Campos, en declaraciones a este diario. El artículo 197 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General exige una mayoría absoluta de 13 votos para registrar una moción con candidato alternativo. El bloque progresista en Torrent solo suma 12 ediles. Sin el voto de Alonso, no hay opción de relevo.
No obstante, Campos aprovecha para cuestionar la solidez del gobierno: "Se les fue su portavoz, ahora su primer teniente de alcalde. Este es un ejecutivo que se cae a pedazos". Y recuerda que Torrent no ha aprobado todavía los presupuestos de 2025, que arrastra un aumento del periodo medio de pago a proveedores y que tiene pendiente de ejecución los 114 millones de euros transferidos por el Gobierno central para la reconstrucción tras la Dana. "Es el gobierno que menos necesita esta ciudad", sentencia Campos.
Una figura ambigua con poder real
En este nuevo escenario, Alonso asume un papel ambiguo pero determinante. No es oposición, pero ya no es gobierno. No está en Vox, pero sigue ocupando un escaño que representa parte de su electorado. Es, en definitiva, un actor político con capacidad de decisión propia, no sujeto a la disciplina del partido, pero tampoco ajeno a la lógica institucional.
En su escrito, afirma que quiere seguir "contribuyendo al buen gobierno" y se muestra abierto al diálogo "sin sujeción a directrices partidarias". Un mensaje que apunta a una suerte de socio externo: independiente, pero con voluntad de colaborar.
La cuestión radica ahora en si su papel se consolidará como garante de estabilidad o, por el contrario, condicionará los próximos plenos. Con todo, la alcaldesa Folgado podrá seguir gobernando, pero lo hará en minoría y con la necesidad de negociar con su antiguo socio y ahora concejal no adscrito.