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Así se abalanzó la Dana sobre la 'zona cero'

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VALÈNCIA. Ríos de tinta han corrido en los últimos siete meses para intentar explicar la 'barrancada' del pasado 29 de octubre, cómo se originó y qué disparó su potencial destructivo para que acabara arrasando numerosos municipios en la provincia de Valencia. En el acrónimo de Dana se ha resumido una catástrofe de gran complejidad y difícil de calibrar a escala humana: apenas los modelos científicos pueden dar hechuras a un episodio de tal envergadura y hacer visible lo inimaginable. Eso es precisamente lo que ha hecho un equipo del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), un extraordinario estudio que revela cómo se movió el agua por los barrancos aquella tarde, cómo se desparramó de sus cauces y se abalanzó imparable sobre numerosos municipios en l'Horta Sud.

La recreación que preside el artículo es el resultado de exhaustivos estudios hidrológicos e hidráulicos del organismo estatal, cuyos frutos preliminares presentaron este jueves dos de los responasbles del CEDEX, el director de Estudios de Agua y Medio Ambiente, Antonio Jiménez, y el director de Programas, David López. Dos expertos que expusieron con todo lujo de detalles el minucioso trabajo realizado y que ya permite hacernos una idea de lo que ocurrió.

Así se ha podido narrar con imágenes cómo a las 17h de aquel día hicieron acto de presencia los primeros grandes flujos de agua en los cauces de la comarca. El nuevo cauce del Túria condujo convenientemente la riada gracias a su gran capacidad pero ya a esa hora, la catástrofe empezaba a tejerse en el barranco del Poyo a su paso por la A-3, y el barranco del Gallego, donde sendas lenguas de agua empezaron a desbordarse aguas arriba del centro comercial Bonaire. La riada ya estaba en marcha en el Pla de Quart.

Aquel, sin embargo, no fue el único punto complicado desde bien pronto. Cuando el agua empezaba a anegar polígonos industriales cerca el Poyo, el barranco de l'Horteta, que linda con el sur de Torrent, ya iba desbocado y el agua había alcanzado Picanya. En este punto, la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ya tenía datos, gracias a su sensor bajo la A-3, del elevado caudal, unos datos que todavía no se transmitieron al Cecopi.

Es a las 18h cuando la situación se complica en la zona baja del barranco y de una forma antintuitiva. Al estrecharse el canal al llegar a Paiporta, los flujos empiezan a rebasar los límites del cauce y el desbordamiento se produce, como una especie de accidente en cadena, desde aguas abajo hacia aguas arriba: primero Alfafar, Massanassa y Catarroja, después Paiporta y Picanya. Todo ello en apenas media hora. Aquí, cabe recordar, la CHJ no tiene ningún sensor: ningún responsable estaba al tanto de la inundación.

No tarda en producirse el colapso del primer puente en Picanya, a las 18.17. A partir de ahí empieza una rotura en cascada que destroza hasta siete puentes mientras el flujo de agua se disemina sin control buscando dos salidas: el cauce del Túria, inundando por completo las pedanías del sur de València así como Benetússer, Alfafar y Sedaví; y l'Albufera, ocupando Albal y Catarroja. Aquí, primero la pista de silla (V-31) y más tarde la V-31 jugó un papel clave en la acumulación del agua al impedir que siguiera su curso rambla abajo. A las 19h, la alcaldesa de Paiporta, Maribel Albalat, contacta con la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, para advertirle del caos. Es esta segunda la que alerta al Cecopi, y es esta la primera noticia que reciben los presentes en dicha reunión sobre lo que ocurría en l'Horta Sud.

Para entonces, y volviendo al Poyo, el centro comercial Bonaire, cerca de Riba-roja, ya se ha visto afectado por las inundaciones. A las 18:43 la CHJ había enviado el correo de aviso al Cecopi, que nadie en esa reunió lee. La barrancada cae laminada y sin control en dirección a Torrent (en el sur) y Manises, el núcleo urbano de Aldaia y Alaquás (en el este), donde el barranco de La Saleta tampoco es capaz de encauzar la caótica avenida que busca el Túria. Entre las 21h y las 00h, las aguas se apoderan de sus calles y más tarde, ya de madrugada, hacen lo propio con Xirivella.

El Poyo: 3.500 m3/s de agua y 450 m3/s de sedimentos

Los investigadores partieron, para el análisis hidrológico, de la fuente original de la riada, las lluvias torrenciales y la disposición del territorio para concretar cómo se articularon las escorrentías y cuáles fueron los caudales que llegaron hasta los cauces. Incluso han estimado los caudales pico que pudieron pasar por ellos: 1.600 m3/s en el Gallego, 1.500 m3/s en l'Horteta o 450 m3/s en el Pozalet. Con la dificultad añadida de que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) solo tiene un sensor en el barranco del Poyo, en Riba-roja, bajo la A-3. Antes de acabar arrastrado por la riada, este registró una subida abrupta del caudal hasta los 2.300 m3/s a las 18.55h.

Tal como explicó Antonio Jiménez, este dato es problemático por varios motivos. Uno de ellos es que "las erosiones que produjo la crecida modificaron completamente la geometría del cauce" por lo que, en realidad, el cálculo de caudal no era real: por allí estaba pasando más agua. Aquí entra el trabajo de David López para analizar, con un modelo hidráulico, cómo fue esta erosión y cuál fueron las cargas de sedimento que alimentaron los flujos aguas abajo.

Así, cifró en cerca de 300 g/l la concentración de sedimentos por la barrancada, lo que supuso el 11,3% del volúmen del caudal líquido. "En mi experiencia profesional jamás he visto unas cargas de sedimento tan elevadas", dijo López, según el cual esto obligó a cambiar los cálculos del modelo porque tenía un impacto significativo. De esta manera y teniendo en cuenta al 'nuevo' lecho, se llegó a calcular que, en realidad, el caudal que pasó por la zona del sensor de Riba-roja realmente fue de 3.500 m3/s en su pico máximo. A él le acompañaron entre 400 y 450 m3/s de sedimentos.

Con este mismo método se ha podido analizar también cuántos sedimentos quedaron almacenados en toda la llanura de inundación, que superó los 9 hectómetros cúbicos, a lo que habría que añadir los 5 que retiró el CSIC y los 0,7 calculados en l'Albufera. En total, y teniendo en cuenta los vertidos al mar, se cifró en hasta 25 hectómetros cúbicos los sedimentos transportados por la barrancada.

Para examinar el desarrollo de las inundaciones, ya fuera de los cauces, se calculó también la capacidad de los sótanos y plantas bajas de l'Horta Sud, donde cabían en total casi cuatro millones de metros cúbicos de volumen, de los cuales el 4,5% correspondían a los centros comerciales de Alfafar y Bonaire. Con estos datos se elaboraron unos nuevos modelos para recrear el episodio teniendo en cuenta el almacenamiento de agua en estas zonas. Con toda esta información y tras la examinación de las infraestructuras -puentes, vías ferroviarias- y de puentes, así como las obstrucciones por vehículos y vegetación, los expertos pudieron finalmente arrojar la recreación que, hasta la fecha, es una de las mejores explicaciones visuales de lo ocurrido el pasado 29 de octubre.

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