VALÈNCIA. Poco queda ya de aquella tierra de vocación agrícola, de acequias y alquerías, de la comarca de l'Horta Sud. Hoy, l’Horta es un mosaico de ciudades dormitorio que conserva su pasado en la memoria de quienes vivieron la transformación de una comarca agraria a un territorio industrial en apenas veinte años, que a partir de la posguerra quedó a medio camino entre lo rural y lo urbano.
Carles Rodrigo Alfonso, geógrafo y experto en etnología, aborda en su libro Una explotació agrària a l'Horta durant l'autarquia (1939-1959) (Perifèric Edicions) el proceso de transformación de la comarca. En él desarrolla una línea de investigación centrada tanto en quienes habitaron l'Horta como en la gestión agraria del territorio. Entrevistado por Valencia Plaza, Rodrigo ofrece una visión completa de lo que fue y lo que es hoy l'Horta Sud, analiza los factores que propiciaron el cambio de vida en la comarca y reflexiona sobre las lecciones que se pueden extraer de ese pasado. Además, pone el foco en la cultura de les riuades, aún viva entre las generaciones mayores pero prácticamente olvidada entre los más jóvenes tras la ejecución del Plan Sur del río Túria.

- Carles Rodrigo durante la entrevista con Valencia Plaza -
- Foto: MARGA FERRER
La entrevista que Carles Rodrigo concede a Valencia Plaza tiene lugar frente a los pocos campos de cultivo que aún sobreviven en Forn d’Alcedo, bajo la sombra de la iglesia del Cristo de la Agonía. En ese mismo entorno, Rodrigo describe cómo era l’Horta en la primera década de la dictadura franquista, hacia 1940: "Forn d’Alcedo, por ejemplo, no era más que una iglesia con unas 10 o 12 casas alrededor, todo muy disperso. Habría una pequeña tienda que también haría las veces de taberna, y poco más", recuerda. Con este ejemplo, el geógrafo señala que en aquel periodo lo que dominaba en l’Horta Sud era un paisaje puramente agrario. El terreno forestal —si es que puede llamarse así— se concentraba en zonas más elevadas y montañosas, como Torrent.

- Carles Rodrigo durante la entrevista con Valencia Plaza -
- Foto: MARGA FERRER
La singularidad del análisis de Carles Rodrigo está en el tipo de explotación agraria en el que se centra. Normalmente, cuando se estudia la agricultura de l’Horta en general, y en este caso concreto de l’Horta Sud, se suele poner el foco en lo que era más habitual: las pequeñas explotaciones. Sin embargo, Rodrigo asegura que hay un sector que se había dejado de lado: el de las explotaciones que contrataban a trabajadores y funcionaban de una manera distinta, con otro modelo de organización del trabajo.
"Elegí esa explotación concreta porque abarcaba todos los ámbitos productivos", señala el autor. No resulta extraño, por tanto, que hoy en día una familia de esta zona que todavía se dedica —al menos en parte— a la agricultura, tenga repartidas sus tierras entre distintos cultivos y lugares: huerta en la Font de Sant Lluís, naranjos en Picassent y arrozales en Sollana.

- Huerta de Horno de Alcedo -
- Foto: MARGA FERRER
Un estrecho vínculo con València
L’Horta Sud mantiene hoy una estrecha vinculación con el Cap i Casal. De hecho, muchas personas nacidas en la capital optan por trasladarse a alguno de sus municipios ante la elevada demanda de vivienda y los precios actuales en València. Cualquier localidad de l’Horta Sud puede servir de ejemplo de ese flujo diario de personas que se desplazan a la ciudad para trabajar, estudiar o simplemente hacer vida.
Pues años atrás, cuando l'Horta Sud aún mantenía su esencia original, el vínculo con el Cap i Casal ya estaba presente. Según cuenta Rodrigo: "En l'Horta Sud se daba una situación muy particular: estabas junto a una gran ciudad, pero al mismo tiempo vivías en pleno campo. Era como tener las dos caras de la moneda. Había personas que prácticamente no salían nunca de su casa o de los alrededores, pero había otras que iban y venían de València todos los días para trabajar o estudiar gracias a las comunicaciones que ya existían". En la mayoría de zonas agrícolas, ambos mundos están separados. Aquí, en cambio, estaban muy conectados.
"Si era un hombre agricultor, su vida giraba casi exclusivamente en torno a sus tierras. Apenas salía del campo, más allá de alguna actividad social como ir al bar o participar en algo típico de la zona. Pero, al mismo tiempo, existía un vínculo directo y constante con València como el de hoy en día". El autor, además, recuerda: "Ya estaba en funcionamiento el tren y, por ejemplo, cuando había corridas de toros, los vagones se llenaban de gente". Eso es justamente lo que Carles Rodrigo intenta reflejar en el libro: "esa vida en la que una casa daba directamente al campo por la parte trasera, pero por la puerta principal podías coger un tranvía que te llevaba a València, como ocurría con el tranvía de Catarroja".

- Carles Rodrigo en un camino de huerta de Horno de Alcedo -
- Foto: MARGA FERRER
El puerto de València como motor de cambio
L’Horta de València no se limita únicamente a las zonas de secano y regadío próximas a l’Albufera. También incluye las comarcas del Camp de Túria y l’Horta Nord. Tres porciones de tierra que comparten un punto en común y que les separa entre sí: la ciudad de València. En este contexto, cabe preguntarse: ¿por qué ha sido precisamente l’Horta Sud la comarca que ha desarrollado mayoritariamente el tejido industrial, y no el Camp de Túria o l’Horta Nord?
Primero, se debe tener en cuenta la concentración urbana que se dio en la época de los 60 y la inmigración del campo a las zonas industrializadas. A ello, se le añade el factor puerto.
Según explica Rodrigo, el puerto de València ha sido uno de los principales impulsores del desarrollo industrial en l’Horta Sud. València es una ciudad-puerto, y más allá de las polémicas, su infraestructura portuaria representa uno de los ejes clave del comercio marítimo en España. De hecho, el puerto de València es líder en el Mediterráneo en tráfico de contenedores y el tercero de toda Europa. En este sentido, el puerto, por su cercanía y mejores conexiones, ofrece una accesibilidad mucho más directa a l’Horta Sud que al Camp de Túria o l’Horta Nord.

- Visión aérea de la comarca en 1956 -
- Foto: Visor Cartográfico GVA

- Visión de aérea de Torrent de 1956 a la actualidad -
- Foto: Visor cartográfico GVA
Rodrigo pone como ejemplo la industria del mueble y la madera en municipios como Alfafar, Sedaví y Benetússer, como se denomina popularmente: 'el bressol del moble'. La madera llegaba básicamente por el puerto, y esa industria que se desarrolla tanto en la zona viene por la cercanía e importancia del puerto.
La cultura de les riuades
"Me hace gracia cuando la gente se sorprende de ver agua bajar sin que haya llovido en su zona. Cualquiera con cierta edad en l’Horta sabe que una inundación puede empezar lejos, río arriba, y acabar afectando aquí", comenta Carles Rodrigo al hablar de la cultura de les riuades. Toda la huerta que rodea València —e incluso la propia ciudad antes del Plan Sur— está en una llanura históricamente vulnerable a las crecidas de ríos y barrancos. Durante siglos, las riadas han sido frecuentes en la zona, y formar parte de ese entorno implicaba convivir con ese riesgo.
La cultura de les riuades se ha transmitido de generación en generación, cuando era habitual ver la zona inundada. Ahora, en cambio, tras la ejecución del Plan Sur.

- Carles Rodrigo durante la entrevista -
- Foto: MARGA FERRER
Además, buena parte de la población de l’Horta Sud proviene de otros lugares y no tiene esa cultura de la riada. En este sentido, Rodrigo explica: "Cuando ocurre algo como la Dana, lo primero que se oye es que esto no se podía prever o que nunca había pasado, pero no es cierto, pues ha ocurrido toda la vida con mayor o menor intensidad", cuenta Rodrigo.
En palabras del geógrafo: "Si ahora le metemos encima urbanizaciones, calles, polígonos industriales… lo que conseguimos son dos cosas: que el agua no se disperse y que, en lugar de filtrarse, se canalice y avance como un chorro. Eso provoca daños mucho mayores".

- Portada del libro -
- Foto: MARGA FERRER
La represión franquista en l'Horta
Como en cualquier rincón de la España de Franco, l'Horta también vivió la represión de la dictadura en que estuvo sumergida España durante más de 30 años. Según explica Carles Rodrigo en base a su investigación: "Por un lado, estaba la represión política directa: si tenías una ideología contraria al régimen te podían hacer la vida imposible. Muchas personas sufrieron por eso. Pero incluso quienes no se identificaban abiertamente con esas ideas vivían bajo vigilancia. Había un control total y bastaba con decir algo fuera de lugar para meterte en un problema. Esa es una de las claves: por un lado estaban los perseguidos, y por otro, el miedo que sentía el resto de la población.
No solo existió una persecución política durante la dictadura, sino que también fue una época muy dura por las condiciones de vida y de trabajo. La gente vivía con mucha dificultad, con hambre y miseria. Rodrigo, en este sentido, recuerda: "Todo esto fue consecuencia de una política económica muy equivocada: la autarquía, que consistía en cerrar el país al comercio exterior. La gente pasaba hambre, comían caracoles, hierbas, incluso ratones, porque no había otra cosa. Todo por culpa de una política mal planteada".
El futuro de la comarca
Ese mismo recuerdo es el que hoy está desapareciendo. La Horta Sud que fue —y que ya no existe— acabará borrándose por completo de la memoria colectiva de quienes ahora la habitan si no se trabaja. Ya ha ocurrido con la cultura de las riadas o con la tradición agrícola, y llegará el momento en que también se olvide el hambre, las penurias y las duras condiciones de vida que marcaron a tantas personas en la comarca y en todo el país.
Carles Rodrigo destaca l'Horta como paisaje valioso, singular en el mundo y esencia de nuestra cultura. "El futuro de la poca huerta tradicional que resta pasa por mantener la protección, también la vigencia del PAT de l'Horta y en paralelo fomentar y apoyar el consumo de los productos de proximidad, lo más directo posible para garantizar la máxima rentabilidad a los agricultores, que resulta imprescindible", afirma. "Hace años que como consultor en desarrollo local he trabajado en esto".
Además, tras la reciente y polémica modificación de la ley de la Huerta, Rodrigo recuerda: "El actual gobierno de la Generalitat ha quitado la protección, no le da valor y va en la línea contraria".
El autor presentará el libro Una explotació agrària a l'Horta durant l'autarquia (1939-1959) el próximo 28 de mayo en el Museu Valencia d'Etnología (L'ETNO).