Si el Papa Francisco hubiese tomado la decisión de meterse en otro tipo de política que no estuviese bendecida por los designios divinos de la Curia habría ganado unas elecciones. Ya lo hizo Javier Millei huyendo de todo tipo de pompa y circunstancia y si ha habido algo que ha marcado de manera superficial el pontificado del argentino ha sido la ruptura con el boato del pasado. La gente está llorando su muerte porque están cansados de los líderes dominados por la apariencia, la hipocresía y el tacticismo político. Su única premisa estaba dominada por el espíritu santo, por una inspiración de lo alto que huye de toda frivolidad (había puesto el verbo estar en presente, cómo se le va a echar de menos). Pensaba el otro día que si bien la Iglesia necesita una agitación efectuada por un Papa más joven y enérgico, creo que seguíamos necesitando a Francisco. En un mundo en el que todo bicho viviente es jefe, su humildad y sencillez rompían todos los moldes de la vanidad.
Llevan desde hace unos días dando vueltas al hecho de que el sumo pontífice no visitó España en sus doce años como heredero de San Pedro. Decía Antonio María Rouco Varela en una entrevista en ABC que cuando se preguntaba a Francisco si iba a venir a España siempre respondía ambiguamente como un gallego. Tiene razón a medias. Se la quito en parte porque el pontífice destacó en una de sus respuestas a la posible peregrinación a nuestra tierra que lo haría cuando hubiese paz en España, refiriéndose así a la guerra abierta entre los obispos españoles, disputa de la que Rouco Varela, por cierto, echa balones fuera en la entrevista. El Papa nunca tuvo remilgos en decir lo que pensaba, evidentemente en ocasiones no podía evitar guardar cierto decoro pontificio, pero en pocas ocasiones se mordió la lengua.
Esa naturalidad es lo que lo ha convertido para disgusto de algunos en un icono Pop posmoderno. Él no hacía más que ser natural, usar la verborrea argentina para derribar todo prejuicio o decoro envenenado de autocensura. Estamos tan acostumbrados a los políticos que hablan como si estuviesen echando una partida de ajedrez, a dirigentes que parece que dicen algo pero que en realidad no dicen nada, que cuando llegó un referente que decía lo que pensaba se han rasgado las vestiduras de nuestra compostura.
El culmen de la frivolidad institucional posmoderna, aunque seguro que en breves habrá algo que lo supere, está representado por la cumbre del Partido Popular Europeo en Valencia. Me pregunto si no había otro sitio para celebrar este cónclave profano, si no encontraron otro lugar para reunir a los cardenales de la laicidad que son todavía más burócratas que la Curia de Roma. Más que el espacio, lo que es equívoco es el tiempo. Así, la Curia bruselense que ha renunciado a todo principio fundacional de la Unión Europea avergonzando a democristianos como Konrad Adenauer, se corona dando coba al gobierno de la Generalitat Valenciana.
Hoy martes premiarán a Carlos Mazón con una intervención transnacional en la que podrá hablar de su éxito de la gestión de la Dana (ironía modo on). Hace años hubiese sido surrealista que un dirigente que ha hecho gala de una completa incompetencia hiciese acto de presencia con galones honoríficos de anfitrión. ¿Qué van a pensar los de fuera cuando vean que en España tenemos en primera línea a un hombre que no ha sabido hacer su trabajo? Se mirarán y con incredulidad se preguntarán qué por qué en Holanda el gobierno dimitió por unos errores burocráticos a propósito de unas plusvalías; se frotarán los ojos a la portuguesa, contemplarán al ex primer ministro Antonio Costa reflexionando cómo es posible que él dimitiera por una errata judicial y Mazón siga teniendo un cargo de responsabilidad.
Tras tal ejercicio retrospectivo de hemeroteca dirán "ah, ya, es verdad, que Spain is different". Nuestro país es el lugar en el que un arquitecto gafe como Santiago Calatrava da conferencias de innovación urbanística. España es el sitio en el que un empresario frustrado da lecciones de coach emprendedor. Un lugar en el que un gobernante desafortunado se atreve a hablar de las bondades de su gestión. Una nación maravillosa en la que la vida es sueño y los sueños, sueños son.