CASTELLÓ. Un escenario, que era más una tarima, un garito pequeño que programaba los conciertos los domingos a media tarde, unos pilares con llamas amarillas revestidas de trencadís y todo el ambiente juvenil ligado al rock y la vanguardia metidos en el estómago de una sala bailando y sublimando con los grupos que tocaban allí. Seguro que al leer el titular se te ha dibujado una pequeña sonrisa cómplice en el rostro de nostalgia, de recuerdos y buenos momentos. Recordando lo que estabas haciendo en el 94 cuando actuaron allí Nuevo Catecismo Católico o The Mockers en el 2005. Por ese garito, con un nombre que homenajea a una canción de los californianos, The Zeros (que actuaron en mayo del 96 en la sala), pasaron parte del rock nacional. Dover machacaron la sala con su segundo y triunfal disco, Devil came to me y los valencianos, Doctor Divago presentaron, Danzas de Moda entre muchos otros. El templo del rock se abre una última vez para recordar su historia de la mano de Alejandro Domínguez, más conocido como El Goma, dueño de la sala junto a Susana Alcón. Caminemos hasta la calle Alcalde Tárrega 43. ¡Bienvenidos una vez más al Ricoamor!
Unos días antes de charlar con El Goma, estaba entrevistando a Santi Campos del grupo Malconsejo, y recordaba con cariño la importancia que tuvo Ricoamor en el crecimiento del grupo y de la escena en Castellón. Tras esa entrevista, y entrada la Magdalena, contacto con un atareado Alejandro Rodríguez para repasar la historia de uno de los espacios musicales más recordados de la ciudad.
Antes de levantar Ricoamor, El Goma se fogueó en garitos como el Mambo o tiendas como Zic Zac y la añorada, Discos Medicinales, auténticas catedrales de la música. “Yo empecé con catorce años, comencé a trabajar en un pub de Benicàssim, Tebeo. Luego me pasé al Mambo y el dueño del Mambo tenía un local en Castellón, el Mow. Entonces alternaba los inviernos en el Mow y los veranos en Benicàssim. Luego me fui a la mili, y cuando volví de la mili, me puse a trabajar en Zic Zac, era una tienda de discos que había en Castellón, la central estaba en València. Se dedicaba básicamente a la importación de música, en aquella época, finales de los 80, los discos no se editaban al mismo tiempo en Inglaterra que en España como ahora. Entonces, no; tardaba bastantes meses en llegar a España o directamente no se editaba en España. En Zic Zac traían tanto rock como todo lo que iba a la música de discoteca, del bakalao”, recuerda.
Zic Zac fue una tienda muy conocida de Castellón, también de València. “La tienda era muy pequeñita pero tenía mucha calidad musical, y antes de que se editaran en España ya estaba aquí los primeros discos de Long Ryders y alimentaban a todas las discotecas de Castellón. Y creo recordar - duda un poco - que tuvieron una en Alicante”. Se cuenta que fue en la tienda Zic Zac Import Records de València donde se acuñó el término, bacalao a la música de baile valenciana. También hubo una tienda en Tarragona.
Otro de los lugares, que quizás se haya convertido en casi legendario, fue Discos Medicinales, la tienda de música que más influencia tuvo en la ciudad. Allí también estuvo El Goma antes de que Ricoamor saliera de su imaginación y marcara a varias generaciones. “En Discos Medicinales estuve antes de irme a la mili, que eso fue en el 85, pillé el traslado que hicieron de la tienda, que la tenían en un callejoncito por detrás de la Plaza Fadrell, que era muy pequeñita y estrictamente dedicada al coleccionismo y a la segunda mano”, recuerda. “Hicimos el traslado a pleno centro de Castellón, donde estuvo hasta que cerraron, y ahí ya se amplió un poco más la oferta musical de la tienda, empezaron a tener más tema comercial, y en aquella época también comenzaron a funcionar como sello que sacaba todo el tema de Morcillo el Bellaco y los Rítmicos, los King Crueles, que después fueron los Rock´n´Bordes; el primer single de King Crueles lo sacaron Discos Medicinales, y con Rock´n´Bordes llegaron a sonar en Los 40 Principales”, comenta sorprendido por cómo ha cambiado todo. El Goma es una enciclopedia de aquellos años en Castellón, saltamos de un tema a otros.
El día clave
Hay un día en esta historia que el mundo de las ideas y proyectos tienen que cristalizar en una realidad tangible. Había llegado el momento de montar una sala de conciertos. La experiencia y el bagaje ya estaba ahí, ahora quedaba darle cuerpo. “Llevaba muchos años pensándolo, yo siempre he sido coleccionista y pensaba: si montara un bar, el día que me monte yo un bar. Entonces conocí a la que fue mi pareja un montón de año, Susana Alcón, y juntos en el 92 montamos el Ricoamor. El 22 de diciembre del 92 lo abrimos, que era un año olímpico”, le comento a El Goma la enorme casualidad de que el pub Manowar abriera también el 22 de diciembre pero del 88, sonríe, es buen amigo de Martín, dueño del garito heavy.

Uno de los grandes problemas siempre es la búsqueda de local, no tanto porque no existan locales, sino porque para un pub, con ambición de sala de conciertos, el espacio tiene que disponer de unas características. “La idea era montar un garito para montar conciertos”, dice. “Y empezamos a buscar locales y no encontrábamos, y un día por casualidad, un vecino de un piso que vivíamos antes, nos dijo: traspasan un pub en la calle Tárrega. Y fuimos a verlo y nos quedamos con el garito, que era muy pequeño. Al principio tenía mis dudas porque el garito eran 100 metros, al final no encontrábamos otros, le cogimos el gusto a ese y lo montamos ahí”.
Ricoamor, además de por su programación musical, se recuerda por su singularidad estética. Las bandas actuaban con un telón de fondo con el nombre del garito en amarillo sobre un fondo rojo, aunque sin duda, era esa cercanía, casi claustrofóbica, con el público, donde banda y audiencia se fusionaban. “El diseño y gran parte de la decoración fue entre Susana y yo, básicamente Susana tiene ahí mucho que ver. Al principio no hacíamos conciertos, cuando montamos el garito ya lo montamos con toda la instalación para hacer conciertos”, dice.
Antes de comenzar a realizar bolos allí, lo primero era insonorizarlo todo del modo más profesional y obsesivo para que no se escapara ningún sonido. “Nosotros lo tiramos abajo totalmente para insonorizarlo todo, hicimos una caja, insonorizamos paredes, techo y suelo. Solamente había un punto de agua y de luz. Con la insonorización siempre lo he tenido claro: sin insonorización todo son problemas, sino insonorizas el suelo a la larga las vibraciones van al suelo y de las paredes van arriba”
Los seguidores del rock y el punk de Castellón estaban algo huérfanos de un local donde se pudieran ver a las bandas en directo y el Ricoamor llegaba para cubrir ese espacio. “En aquella época el único que tenía programación continua era el Terra, y el Terra por entonces se dedicaba más al jazz. Nosotros nos íbamos a ver grupos a Villarreal al Vil Blues, en el Vil Blues tocaron Los Deltonos, todos los grupos de finales de los 80, principios de los 90 tocaban en Villarreal, más que en Castellón”. Ricoamor no tarda mucho en montar su primer concierto, no había que perder el tiempo, Castellón necesitaba un lugar de rock y punk para ver música en vivo, y además, Ricoamor había nacido para ese encomiable menester. “En febrero del 93 es el primer concierto”, recuerda. He leído que el primer bolo fue de los castellonenses Lucifer Sam. “Porque Pepe, que es el batería también de Malconsejo, es muy colega mío de toda la vida, estuvo toda la obra, la hicimos entre el obrero que contraté, su hijo, Pepe y yo. A la hora de inaugurar los conciertos tenía que ser el grupo de Pepe”.
Dejar huella
Para que alguien recuerde un lugar, en éste caso una sala de conciertos, no basta con que sea bonita o suene bien; sino que es importante que te deje huella con algo. Ese algo que te marca. Ricoamor, amén de su programación y su reducido espacio, contaba con algo que lo hacía único: programaba conciertos los domingos por la tarde, eso que es ahora tan normal; entonces era revolucionario. “Cuando empezamos a hacer conciertos, como el garito funcionaba tan a saco, nos planteamos hacer los conciertos los domingos por la tarde. Empezamos a probar conciertos los domingos por la tarde y funcionó de puta madre, venía mogollón de público súper fiel y luego también; porque en aquel momento en España no había ningún local que hicieran conciertos los domingos por la tarde, y claro, mogollón de giras comenzaron a llamarme porque se enteraron que hacíamos conciertos los domingos por la tarde y les venía de puta madre un día más para hacer un bolo”, señala.

Ese, junto con otras características que hemos mencionado, era el hecho diferenciador entre Ricoamor y el resto. “Y gracias a eso (programar conciertos los domingos) tuvimos mogollón de bandas internacionales que no hubiéramos podido tener de otra manera programando un sábado por la noche conciertos, porque hubieran preferido irse a València o a otra ciudad más grande que a un local tan pequeñito”. No pasemos por alto que por ese escenario casi a ras de suelo se pasearon y se dejaron el sudor gente como The Posies, Madnoise, Sugus, Airbag, Paul Collins, Sidonie o Juniper Moon.
A todos los que hacen algo genuino y novedoso se les mira con recelo, con distancia y sobre todo con sorpresa. “A los españoles más, los guiris están acostumbrados a tocar cualquier día en cualquier sitio, pero la gente española sí: pero un domingo va a venir alguien. Luego al segundo año ya habíamos entrado en la rueda de los promotores y las fechas las llenábamos súper rápido entre grupos de Castellón, grupos nacionales y giras internacionales, teníamos muchísima programación”, comenta.
Ricoamor fue una especie de altavoz de lo que estaba sucediendo musicalmente en Castellón. Se habían juntado muchos factores que convergían en esa ola de buenas bandas que estaban floreciendo. Un sello, No Tomorrow Records y una sala se aliaron para ser la plataforma de una generación musical. “Coincidió que al poco de abrir, Javi montó No Tomorrow Records, con Javi siempre habíamos sido colegas, y comenzó a pasarme muchísimos grupos, al tener el sello montaba las giras, sacaban discos de Nuevo Catecismo Católico, venían a tocar al Ricoamor, todas las presentaciones de discos y de No Tomorrow las hacíamos ahí. Entre Javi sacando discos, y la cantera que salió en los 90 de punk rock de Castellón y nosotros haciendo conciertos hicimos un tándem genial”
Hubo un concierto que El Goma recuerda con cariño por el éxito insospechado que cosechó en unas fechas realmente malas para programar nada. “El primer tema fuerte-fuerte que hicimos fue gracias a Kike Turmix, que era colega de los amigos de Castellón. La primera Semana Santa que abrimos, que íbamos a cerrar porque en Semana Santa en Castellón no hay nadie. Me llamó que iba a hacer a los Pleasure Fuckers, y me dijo: vamos a hacer tres días a los Pleasure Fuckers, y le dije: ¿tres días, estás colgado? Hicimos viernes, sábado y domingo en el puente de Semana Santa, abril del 93 o 94 e hicimos tres día seguidos a los Pleasure Fuckers y vino mogollón de gente. Al tiempo hicimos dos días seguidos a la Habitación Roja”
La intensidad de los conciertos se acrecentaba, como es lógico, por la cercanía que había entre el público y la banda. Ese minúsculo escenario borró la barrera que suele existir entre el artista y el devoto. En el Ricoamor se daba todo lo contrario, unos y otros podían casi mezclarse. “El grupo tocaba a un palmo – dice – la altura era un palmo y poco con lo que estabas encima totalmente del grupo, y sonorizábamos solo las voces, con lo que el grupo tocaba a pelo, tocaba tipo ensayo”, ¿Fliparían?, le pregunto “Flipaban, pero el garito tenían esa magia y estaba muy bien insonorizado y muy bien sonorizado, habíamos puesto cortinaje, teníamos cosas que hacían que sonara muy bien. El garito sacaba un sonido de puta madre. Los grupos al principio entraban y lo miraban y: hostia, esto es muy pequeño, pero cuando se iban, se iban encantados”, reconoce.
Las dimensiones de la sala
Cualquier músico que llegara al Ricoamor se quedaba sorprendido por las dimensiones de la sala y del escenario. “Vino a tocar el contrabajista de los Stray Cats, este tío venía con una gira que hacía en solitario, venía con pipas para que le montaran y con todo el rollo, y cuando llega y entra al bar me da la mano y me dice: tío, no he tocado nunca en mi vida en un garito tan pequeño, me encanta tocar aquí. Miras su discografía y ha tocado en campos de béisbol para doscientas mil personas. Luego sacó un 10” que su portada era el concierto en el Ricoamor”, me cuenta con orgullo, no es para menos.

Al inicio hemos recordado aquel concierto de Dover, donde la banda madrileña acababa de asaltar los cielos de Los 40 Principales, anuncio de televisión mediante. “Con el segundo disco que sacaron, que pegaron el pelotazo, tenían que haber venido esa temporada, que acababan de sacar el disco, y todavía sonaban en emisoras independientes y no me acuerdo qué les pasó y suspendieron la fecha, pasó el tiempo y cambiaron la fecha y cuando vinieron a tocar ya habían pegado el pelotazo”, recuerda. “Allí teníamos 90 o 100 entradas y aquello ya estaban como en una lata de sardinas. Nosotros éramos súper fans de Dover en aquella época, además yo siempre he sido fan de Social Distorsion y esos primeros discos están súper inspirados en Social Distorsion y pillamos muy buen rollo. No me acuerdo cuándo fue ese concierto, sería antes de marzo, porque en la Magdalena de ese año vinieron a tocar a la calle, ya estaban sonando en Los 40, meterían cinco mil o seis mil personas. Y cuando terminaron el concierto se vinieron al Ricoamor, que recordaban haber tocado hacía unos meses”
El Ricoamor era algo más que un garito. “Había mucha comunión, la gente eran más amigos que clientes. Era una generación que estaba empezando y un rollo musical que compartíamos y cuando comenzamos a hacer conciertos en serio con grupos guiris que venían a tocar, la mayoría de grupos venían aquí”. Las bandas de indie que ahora han escalado a los primeros puestos de los carteles de festivales, ya estaban girando cuando el Ricoamor estaba abierto. Algunas de ellas, que ahora llenan grandes recintos, tocaban para cien personas y a 50 centímetros de su público en el Ricoamor.
“Todo el principio del indie estuvo tocando el Ricoamor, estuvo Love of Lesbian, Lori Meyers, El Niño Gusano. Yo me encargaba de todo allí, estaba en la barra, yo pinchaba, yo sonorizaba, lo poco que se sonorizaba, yo hacía la contratación”. El garito era realmente familiar y todo se hacía con mimo y cariño, es por ello que buceando un poco por la red podrás ver muchos de los carteles y entradas de sus conciertos. “Mi ex mujer, Susana era la que llevaba toda la parte gráfica del bar, todos los diseños de todas las camisetas, de toda la cartelería, de todos los conciertos hacíamos carteles y entradas específicas para cada concierto. Llegaban los grupos y flipaban. Lo hacíamos todo nosotros, toda la promoción, cuando nos compramos el primer fax fue una revolución. Que le mandabas el cartel a un tío de València a la Cartelera Turia o para una reseña para El País (risas)”
En el panorama nacional
Castellón estaba en el circuito nacional de conciertos. Siempre había una propuesta musical distinta entre sus paredes. “Hubo un momento que hacíamos conciertos que no actuaban en Barcelona, los New Christs, tocaban en Ricoamor y no en Barcelona y venían críticos del Ruta el domingo porque no podían verlos en Barcelona. En aquella época estábamos muy bien vistos en la prensa. Concierto que hiciéramos, 50/60 personas venían seguro, fuera del estilo que fueran, teníamos un par de pandillas bastante grandes y muy melómanos que venían fuera quién fuera a tocar”

También se llenó de periodistas que iban a la sala o que realizaban crónicas de los conciertos que allí se celebraban. Hablamos de Juan de Pablos, mítico locutor de Flor de Pasión que ahora vive en València. “Estuvo pinchando un par de veces aquí en Ricoamor y luego también de fiesta. Del Ruta 66, Roger Estrada ha venido varias veces y ha hecho varios artículos, Eduardo Guillot estuvo pinchando alguna vez, creo que estuvo pinchando en la fiesta décimo aniversario. En Radio 3 nos anunciaban muchísimo, Juan de Pablo y Ordovás nos ponían muchísimo”, comenta.
Todo tiene un final, Ricoamor cierra en 2006 “Los últimos años fueron muy malos”, comenta. “A nosotros lo que nos pasaba es que los conciertos seguían funcionando, pero los conciertos los hacíamos los domingos a taquilla, en los conciertos el consumo de barra era mínimo. Vivíamos de las sesiones de viernes y sábano noche y bajaron mogollón, y los últimos años fueron muy malos. Y al final tuvimos que cerrar porque no se hacía dinero y nosotros hemos vivido del bar siempre”. Ricoamor cerró y llegaron otros garitos en el mismo local. Recuerdo como si fuera ayer, visitar El Averno. “Yo lo traspasé a unos y montaron un garito de metal extremo, El Averno. Luego montaron el Rat Penat y era más punk y luego le pusieron La Flama y después me dijeron que uno de reguetón”.