VALÈNCIA. Una orquesta sinfónica no es un mero conjunto de músicos; es un organismo complejo, lleno de matices, historia y metáforas. Y eso, que solo se descubre desde dentro o con buen oído, es lo que propone desvelar el Palau de les Arts con la mítica Guía de orquesta para jóvenes, de Benjamin Britten, en una propuesta educativa protagonizada por la Orquestra de la Comunitat Valenciana (OCV) y conducida por la narradora y divulgadora Sofía Martínez Villar. El concierto, dirigido por Jordi Francés, se podrá ver el 6 de junio en sesión escolar y también en un pase abierto al público familiar.
Britten escribió en la década de los 40 su Guía de orquesta con fines didácticos, pensando en el público joven y en el potencial audiovisual de un documental. Pero la narración original, concebida como una voz en off que interrumpe la música, ha sido completamente reformulada en esta versión: "Aprovechamos que ahora tenemos recursos audiovisuales para acompañar la escucha, no solamente con lo que yo explique, sino también con unos recursos visuales que he diseñado yo misma”, explica Martínez, con la intención de respetar el flujo sonoro, pero sobre todo facilitar una escucha activa, sin interferencias.
“Me parece muy importante que el oído se pueda entrenar sin interrupciones. Es decir, que tú le des una guía y que después, con esa guía muy breve que tú acabas de escuchar, puedas dirigir tu mirada y tu oído hacia la música”, añade.
La Guía de orquesta para jóvenes no se limita a identificar instrumentos. Cada uno de ellos es presentado con su función sonora, su origen y alguna que otra historia sorprendente. Por ejemplo: “uno de los primeros instrumentos musicales que se han encontrado es una flauta y es del paleolítico”, o que “las trompas son un instrumento que tiene en función sonora de llamada y se utilizaban en las cacerías. Por eso el símbolo de Correos es una trompa”. El objetivo, subraya, es que “cuando tú salgas de escuchar la Guía, sientas que la orquesta sinfónica no está tan lejos de tu vida diaria”.
Aunque el proyecto está dirigido al público familiar, la aproximación de Martínez rehúye cualquier tono condescendiente. “Una cosa es que el público sean niños y otra cosa es que tú te acerques a ellos con un lenguaje infantil. Yo me crié viendo La Bola de Cristal y Lolo Rico, que era la directora, decía que los niños son personas inteligentes. Yo creo mucho en esto”.
“La narración es muy amena pero sigue siendo erudita, en el sentido más cariñoso de la palabra”, precisa. Así, no faltan comparaciones lúdicas como que “el fagot, como es el único que tiene el tubo hacia arriba, es en realidad el periscopio de la orquesta”, o que “la tuba es la que va dando toda la base rítmico-armónica de las variaciones, igual que la máquina de vapor de un tren”.
Una orquesta iluminada
El recurso visual más destacado del concierto será un mapa interactivo de la orquesta que se irá iluminando en tiempo real. “Se va a ver un mapa de la orquesta que se va a ir iluminando por zonas a medida que van sonando las diferentes secciones” para facilitar su identificación sonora y espacial.
En cada grupo de variaciones, las imágenes se combinan con fotografías de los músicos, detalles técnicos y conexiones culturales. “Voy a explicar la función sonora de estos instrumentos, su relación con la naturaleza y después se van a tocar esas cuatro variaciones en interrupción, que son las de viento madera”, describe Martínez. Para la sección de percusión, el reto es aún mayor (“se le llama la cocina de la orquesta porque está llena de cacharros”).
Además del obvio valor didáctico, la partitura de Britten es, para Martínez, un ejemplo de equilibrio entre accesibilidad y sofisticación: “La obra es muy atractiva, está muy bien pensada porque el tema es muy majestuoso". Y añade: "Britten le supo sacar mucho partido a la orquesta, trabajando con ella por secciones. El oído musical funciona por repetición y expectativa; y Britten, en esta partitura, hace una excelente combinación de la repetición y la expectativa. Es decir, él repite, pero la repetición siempre es variada, así que genera mucha expectativa en el oído”.
La función se completa con Soirées musicales, una suite ligera y divertida que Britten construyó a partir de temas de Rossini.
Un objetivo compartido
Martínez insiste en que todo el proyecto ha sido concebido con vocación de cercanía. “Lo hemos montado todo con el objetivo de compartir, no de demostrar nada. Cuando montas algo con la alegría de compartir, eso se nota mucho en la narración y en la puesta en escena”.
¿El objetivo? Que el público —tanto el que conoce la obra como quien se acerque por primera vez— se sienta parte de la experiencia: “Estoy segura de que se van a ir con ganas de volver a escuchar una orquesta sinfónica. Que no les parezca algo lejano o elitista, sino algo que pueden comprender y disfrutar”.