Música y ópera

TRIBUNA LIBRE

Cien años de armonía: centenario de Jesús Ribera Faig

  • Orfeón Universitario de Valencia.
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Siendo aún estudiante de bachillerato, como tocaba la guitarra, eran muchos quienes me decían: “Cuando vayas a la Universidad, serás de la tuna”. Mi repuesta solía sorprenderles: “No, cantaré en el Orfeón”.

 

Descubrí el Orteón cuando sólo tenía 10 años. Mi colegio, el salesiano de Burriana, lo trajo para dar un concierto para los padres -los alumnos no pudimos asistir- en la conmemoración del 25º aniversario de su fundación. Pero la curiosidad infantil me hizo acercarme a una sala de la que salían unas voces cantando melodías que no me parecían demasiado interesantes, que los cantores repetían ascendiendo y descendiendo y que, con el tiempo, entendí que eran los ejercicios de vocalización previos al concierto o, como ahora decimos en inglés, “warm-ups”. Me llamó la atención aquel grupo de hombres y mujeres, desde la perspectiva de mi edad, que vestían de negro con aquel extraño y vistoso complemento que, al cabo de los años, llegaría a ser mi entrañable beca; pero sobre todo me cautivó el bello timbre y la magia de la polifonía cuando probaban alguna de las canciones que luego iban a interpretar en el teatro.

Mis padres volvieron fascinados del concierto y de la elegancia, así lo dijeron, de un director que sabía sacar tanto partido de aquel grupo de cantores. De hecho, en casa acabamos teniendo, poco tiempo después, un disco titulado “Cien Orfeos”.

Llegué a la Universidad y llegué al Orfeón. No lo hice a tiempo de disfrutar de Jesús Ribera como director, pues ya lo dirigía entonces mi querido Eduardo Cifre. Pero creo que, en aquellos años de estudiante, me perdí en Valencia pocos conciertos de Jesús con los Pequeños Cantores o con el entonces Orfeón Navarro Reverter.

Somos muchos los valencianos, centenares o miles, que compartimos la emoción del canto coral y, muchos de nosotros, la compartimos a partir de una primera experiencia con Jesús o, ya los más jóvenes, con otros directores que cantaron, disfrutaron y aprendieron con él. Tanto es así que, en 1978, cuando algunos intentamos crear una federación coral valenciana, que aún tardaría años en llegar, y celebramos unos “aplecs” en Burriana y Onteniente, en alguno de ellos, en la tertulia de la comida, otro grande del mundo coral valenciano, Diego Ramón, me dijo que “todos somos hijos de Jesús, de Jesús Ribera Faig”.

Jesús cumple cien años y sus hijos, nietos y biznietos del mundo coral valenciano, no podemos sino felicitarle por tan larga vida y agradecerle que nos la haya llenado de música y bondad. FECOVA, que le homenajeó en 2013 con motivo del cincuentenario de Pequeños Cantores de Valencia, siguiendo su ejemplo, trata de seguir fomentando el canto Coral en la Comunidad Valenciana, elevando su nivel artístico, a cuya consecución tanto ha aportado nuestro centenario maestro, y posicionando, en España y en el mundo, la música coral valenciana.

No son tiempos fáciles para el mundo coral, que exige de cada cantor y cantora un compromiso individual y una vocación por la excelencia artística que no figuran entre los parámetros más valorados que rigen nuestro presente. Pero Jesús Ribera, desde 1947, con la fundación del Orfeón Universitario de Valencia y, posteriormente, en 1963 con la de Pequeños Cantores y, en 1971, con la del Orfeón Navarro Reverter, le dio un decisivo impulso que no ha cesado de acelerarse y que augura que la valenciana, tierra musical done las haya, lo es y lo seguirá siendo también, y en primera línea, gracias al canto coral.

Por todo ello, hoy los coros valencianos felicitamos con gozo el centenario de nuestro patriarca, también Ribera, y le enviamos un gran abrazo en expresión de nuestra gratitud por cuanto nos ha dado a través del canto coral que, como expreso Alice Parker, una de las compositoras que él más interpretó con sus coros, es una de las formas más profundas de conexión humana. ¡Muchas felicidades, Jesús!

 

José Ramón Calpe

Presidente de la Federació de Cors de la C. V. (FECOCOVA)

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